EL ARTE_Una espacie vagabunda

Quiero expresar en este espacio compartido mi admiración por el paisajista y ensayista Giles Clément y su apuesta por las plantas vagabundas, aquellas que nacen en las cunetas, en los espacios baldíos, aquellas que conquistan esos territorios abandonados que la cultura consumista desecha por improductivos. Esas plantas , a las que llama pioneras, son garantía de la biodiversidad y por tanto de la vida.

Giles Clément es profesor de la Escuela Superior de Paisaje de Versalles y a lo largo de su carrera ha realizado y diseñado varios parques y jardines públicos. Además, es autor de diferentes libros, ensayos y artículos. 

Jardín botánico de Saint- Nazaire de Giles Clément

Clément, a través de sus escritos, pone en valor la movilidad de las especies vagabundas y muestra sobre el tablero cómo la sociedad actúa contra ellas utilizando la violencia para arrancarlas de raíz en pro de monocultivos rentables. Sin embargo, estas plantas vagabundas que son muy creativas, se reinventan, se mueven y se trasladan por el aire, tierra o mar, utilizando a los humanos y a los animales como medio de trasporte para reproducirse en cualquier espacio donde su bioma, su atmosfera climática y geológica,  le sea propicia para renacer.

Jardins du Tiers-Paysage. Gilles Clément

Las plantas vagabundas son vida, preparan y alimentan los territorios conquistados para que otras especies tanto vegetales como animales puedan expandirse. Tan sólo necesiten un terreno removido para resurgir. El hecho de querer acabar con ellas para promover la rentabilidad supone un vasallaje, una esclavización de la naturaleza en pro de una mirada antropocéntrica del mundo. Con este ensayo, Giles Clément nos propone reflexionar sobre la labor que los humanos nos hemos dado y que implica una contraposición con la naturaleza. El mismo hecho de llamarla naturaleza, Clément sugiere que, ya es un distanciamiento en sí.

Y esto nos debe dar pie a la acción. El artista -como el científico, como el periodista, como todo humano- no puede dar la espalda a lo que acontece. Y dado el carácter creativo de estas plantas pioneras, de estas especies vagabundas, provocan e inundan nuestra mente con formas y figuras polisémicas y multisensoriales, que, como esporas, se transforman en alegorías y, con suerte, en propuestas artísticas.

Lewis Hine. Fotografía.

Esta acción, que implica una abstracción, una concienciación medioambiental, reforzada con la lectura de ensayos de biología, ecología, botánica y filosofía entre otros, e irrigada con la exploración de la naturaleza a través de paseos, nos han permitido crear una línea de investigación artística.

En este camino, en esta deriva,  donde los  conceptos sociológicos y medioambientales florecen de manera esporádica, azarosa y desigual, y como vagabundos, valga el símil,  nos sitúa  en los límites, en las cunetas y en los espacios baldíos que la sociedad desecha. Territorios abonados para el arte, aunque  por supuesto, no lo únicos.

Con el arte NO pensamos cambiar la mentalidad consumista que aniquila las plantas vagabundas, pero sí reflexionar sobre ello. El arte, observa y expone sobre el lienzo la sociedad que lo alimenta. No juzga, muestra. No es útil, pero sí reflexivo. No es objetivo, más bien lo contrario. Pero tal vez remueva, y eso quizá sea su finalidad, y en esa realidad removida, el arte y la botánica se hibridan, y como apunta Giles Clément, en un jardín estático, el extraño molesta y se aniquila, pero en un jardín dinámico, las raíces libres y sin dueño aportan vitalidad y permiten la “evolución” y lo contrario, acabar con ellas, seria acabar con el extraño, con el vagabundo, con la biodiversidad.

Walter Evans. Fotografía

Y por mucho que nos empeñemos en censurar, en prohibir, restringir, amputar las especies vagabundas y por extensión al arte, estos se reinventan en cada paso, en cada generación. Giles Clément lo tien claro:

“el ser humano desarrolla una actividad a todos los niveles, araña la tierra , la hiere, la levanta y la cultiva: abre el campo a las vagabundas”.

Es decir, es el mismo humano , quien contradictoriamente a los intereses productivos, al trabajar y remover la tierra, lo promueve. El arte es un fiel ejemplo de la no-productividad, fiel reflejo de nuestro vagabundeo por el mundo, fiel reflejo de nuestra condición humana. Al fin y al cabo estamos de paso en este planeta. Y eso sí es una verdad científica.